miércoles, 4 de noviembre de 2015





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 XANTOLO (FIESTA DE DIA DE MUERTOS)

La Fiesta de Muertos "XANTOLO" que se desarrolla en Tempoal, Veracruz durante los días 31 de octubre, 1, 2 y 3 de noviembre presenta algunas acciones muy particulares que le dan un sello especial que permite diferenciarla de las ocurridas en otras partes de la república. Ella recibe en esta región el nombre de “Xantolo”. Nombre surgido de la hibridación de un término castellano Xanto(que significa Santo) y otro náhuatl o mexicano Olo (que significa Abundancia).
Se prefiere el nombre de “Fiesta de Muertos” porque hace alusión a sus raíces más profundas y antiguas que se encuentran en la cultura azteca.
En los días previos a esta festividad se elaboran los altares (sitios de oración) generalmente en forma de arco con varas de otate o de Palo de Sol , se visten con el follaje del árbol Rama Iglesia y con heno, se  adornan con flores de Cempohualxochitl (Rosa de Muerto), Mano de León, Bojolito y con los arreglos florales que habrán de colocarse en las tumbas de los difuntos al término de la celebración. También suelen encontrarse como elementos decorativos las cortinas o cintas de papel de vivos y alegres colores.
En las primeras horas del 31 de octubre empiezan a escucharse las explosiones de los cohetes que se lanzan al aire con el propósito de señalar el camino que habrán de seguir los espíritus bienhechores y las almas de los difuntos para reencontrarse con sus parientes vivos en su retorno a los hogares de los que partieron. Por otro lado se interpreta que estas explosiones son recursos que permiten asustar a los espíritus malignos delas inmediaciones del hogar, alejando con ello las acciones negativas que de ellos pudieran derivarse.
Ya en tierra las ánimas encuentran diversos caminos  formados con pétalos de Cempohualxochitl que los conducen hasta los altares. En ellos desde muy temprana hora y/o desde el día anterior ha sido colocada la ofrenda con la que se agradece a las deidades y a los difuntos mismos la influencia decisiva que ellos ejercieron para que las cosechas fueran abundantes y para que reinara el bienestar en el hogar de los parientes vivos. Es por esto que los elementos que integran las ofrendas son básicamente las primicias de las cosechas de la Huasteca, así también los productos de ellas derivados: pemoles, alfajores (panes de Harina de maíz), tamales de frijol, calabaza y palmito, de carnes de puerco, pollo y res; naranjas, mandarinas, plátanos, limas trozos de caña de azúcar, dulces de caguayote, pipián y el tradicional chocolate. Otros productos que también aparecen como elementos distintivos son los introducidos por los conquistadores españoles y los provenientes de otras regiones del país: fruta de horno, pan de caja, manzanas, peras, nueces, cacahuates y una gran diversidad de productos que fueron del gusto de los difuntos.
Es necesario distinguir que el 31 de octubre se dedica a los chiquitos (individuos acaecidos a corta edad) por lo que los productos ofrendados ese día son los propios para los niños. Los días 1, 2 y 3 de noviembre se destinan para la celebración de los “grandes” por lo que en esos días las ofrendas están constituidas por los productos propios a los adultos.
En los altares invariablemente se encuentran las velas o veladoras. A cada difunto de la familia se le ofrece una de ellas y una extra para el ánima ”sola” o en pena (difunto anónimo que no tiene quien le ofrende o bien quien por pecados mayores se ganó el castigo de penar). Las velas tienen la función de iluminar el camino que conduce el alma de los muertos desde el mundo de tinieblas en que habitan hasta el mundo terrenal, hasta el altar donde se encuentra la ofrenda para ellos depositada. Generalmente ellas se encuentran sobre el altar, aunque en algunos casos se colocan en el piso, frente al arco incrustadas en un tallo del plátano.
Se encienden el día 31 las destinadas a los difuntos pequeños y a partir del día 1 de noviembre si son para los mayores. Con el propósito de que las almas de los muertos estén durante toda esta celebración con sus parientes vivos se administran los periodos de encendido (mañana, mediodía y noche) de tal forma que el consumo final de las de los de los mayores se verifique el día 3 de noviembre. Al apagarlas se tiene sumo cuidado de hacerlo con dos flores de rosa de muerto, evitando apagarlas con soplidos pues se cree que por ese motivo las almas se espantan y se alejan del hogar.
Otros elementos distintivos de los altares son los motivos religiosos aportados a esta festividad por la religión cristiana: imágenes, cuerpos, rostros, etc..
El disfraz es diverso y variado según sea la representación  que se evoca. Invariablemente consta de una máscara que según versiones antiguas se confeccionaba con las hojas de la mazorca de maíz, con cuero, con tela o eran talladas en trozos de madera de cedro, jobo o pemuche. Estas últimas, las de madera, son las que han predominado por su  indiscutible valor artístico, dadas las extraordinarias habilidades de los artesanos huastecos. El “viejo” también usa un paliacate o una pañoleta para cubrir la parte posterior del cráneo y del cuello, pues la muerte no debe reconocer a los vivos. ¡Ay de aquel vivo que sea reconocido por la muerte¡.
Como ya se mencionó los trajes de los viejos son muy variados, aunque es necesario puntualizar que el traje que se puede considerar como típico es el de vaquero, por ser la ganadería la actividad económica predominante en esta región. Ese predominio económico se ve reflejado en el hecho de que es un vaquero, quien con su cuerno, sombrero, chaparreras, espuelas y reata guía la participación de la comparsa.
Otros vestuarios y personajes que se distinguen en las comparsas son: “Los Comanches”, “Los Inditos”, “El toro”, “El diablo”, “Los payasos” y toda una gran diversidad determinada por la actitud no discriminatoria de la muerte. Ningún ser vivo a ella escapa, se lleva apersonas de todas las clases sociales, edades y credos.
El vestuario de la “vieja” consta de máscara, blusa y falda o vestido encima de los pantalones del hombre que la representa, no debe olvidarse que esta danza es ejecutada por varones que se sobreponen los elementos descritos solo con el propósito de representar a los muertos.
En cada uno de los barrios de la ciudad se organiza una comparsa (conjunto de danzantes), 15 días antes ensayan para disfrazarse de “viejos”, para bailar con propiedad los populares sones de “La viejada”
El 31 de octubre los niños se disfrazan de chiquitos, se integran en la comparsa de su barrio y empiezan a danzar por las calles de la ciudad de casa en casa. Al llegar la noche se acercan a la plaza principal y, finalmente, realizan la presentación pública con la que se despiden para regresar el próximo año. Los “chiquitos” solo visitan a sus parientes vivos el31 de  octubre, a su término retornan a su mundo.
Los días 1 y 2 de noviembre son los adultos varones quienes se disfrazan de “viejos”, se integran a sus comparsas y danzando de casa encasa materializan el alma de los muertos y hacen posible el reencuentro físico del vivo con el muerto. Por ese simbolismo los “viejos” son muy bien atendidos por las familias, incluso adquieren la facultad de poder entrar a los hogares y tomar alguno de los productos ofrendados. Al término de cada uno de estos días se realiza la presentación pública de las comparsas en la plaza principal dando  lugar a una festividad en la que se mezclan los vivos con los muertos, el pasado con el presente y, sobre todo, la alegría de los danzantes con el encanto de los espectadores.
Los sones que conforman esta danza son piezas musicales que han sido producto de la creatividad artística de los huastecos se ejecutan por el violín, la guitarra y la jarana transmitiendo a través de sus notas una gran melancolía y una aparente ingenuidad; expresiones que desaparecen cuando los “viejos” repiquetean sus zapateados, cuando con uniformidad ejecutan sus vueltas, sus patadas y cuando con singular alegría expresan sus emociones codificadas en gritos que incitan a danzantes y espectadores a bailar con gran estilo los sones de la “viejada”. En algunos de esos sones tradicionales son representados algunos de los movimientos de los animales propios de esta región, asimismo se reproducen en su ejecución los sonidos que los caracterizan. Otros sones se relacionan desarrolla la ceremonia del “Destape” que consiste en despojarse de la máscara y continuar bailando con ella en la mano y con la cara descubierta. Despojándose simbólicamente, del alma de los muertos y recobrando así la propia identidad como ser vivo
El día 3 de noviembre, los adultos se disfrazan nuevamente de “viejos”, se reintegran a sus comparsas y vuelven a danzar por las calles dela ciudad, solo que ahora lo hacen siempre en dirección del cementerio. Por la tarde se concentran en ese lugar todas las comparsas de la localidad y bailan sobre las tu  mbas a petición de los parientes que se encuentran en su visita al cementerio, colocando las ofrendas florales que entregan a sus difuntos.
  Es quizá este acto la expresión a través de la que el huasteco lleva los muertos a su lugar de origen, los retorna al lugar de su eterno descanso.
En ese día coinciden las comparsas con las familias concentrados todos en el cementerio para llevarle a sus deudos variadas ofrendas: florales, alimenticias, vinícolas y no falta quien también lleve un trío huasteco que interprete en memoria del difunto algún son que haya sido de su preferencia.
Al octavo día después del 31 de octubre y del 1º de noviembre se desarrolla “El ochavario” de los “Chiquitos” y de “Los Grandes”. Nuevamente hay ofrendas y comparsas de viejos que danzan por las calles de la ciudad contagiándola de sana alegría y recuerdos.
El día 30 de noviembre tiene lugar la ceremonia del “Destape”. Después de haber bailado durante el día se realiza por la noche la presentación pública de la comparsa y, al finalizar su actuación, generalmente bajo las notas de un son tradicional se desarrollan.